Si bien, la industria de las producciones audiovisuales, en Chile, aumenta y cada vez somos más capaces de vincular nuestros procesos históricos con el establecimiento público del ejercicio de memoria, lamentablemente aún no somos capaces de llamar las cosas por su nombre.
Todo en Chile es "basado en..." y eso me hace pensar inevitablemente en tres posibilidades: la sacralización de ciertos temas, el indudable poder que aún siguen teniendo algunos personajes y familias y en la autocensura.
Me refiero, por ejemplo a "Secretos en el Jardín", de Canal 13 que es una tremenda serie, con actuaciones magistrales, con un elenco de primer orden, con un guión como no se veía en años, con un caso que, en si mismo era espeluznante y sin embargo no se da ningún nombre de la época, cuando estamos claros quién es (Gubler), por ejemplo, Charle Cox. (personaje interpretado magistralmente por Alejandro Goic).
Algo similar sucede con Los Archivos del Cardenal. El personaje de Roberto Farías evidentemente es ¡Álvaro Corvalán! ¡Por qué le cambiaron el Nombre! Qué sucede en Chile que aún no somos capaces de poner en la palestra de la escena nacional los nombres y apellidos de nuestros demonios y fantasmas. Y por qué eso sucede cuando estos personajes negros de nuestra historia pertenecen a las cúpulas de poder, pero sin embargo, cuando se trata de un Hanz Pozo, del Tila o del Chacal de Nahueltoro no tenemos ningún problema en decir sus nombres, aunque la historia que se está poniendo en escena, igualmente sea "basada en la historia de..."
Me permito esta reflexión inicial porque prontamente se estrenará la producción que primero aparecerá en cines y luego como miniserie de cuatro capítulos en Chilevisión "El Bosque", de Matías Lira. Una trabajo que me tiene con muchas expectativas ya que está protagonizada por Luis Gnecco (que me encanta) en el personaje de Bruno Karevic que es nada más y nada menos que ¡¡KARADIMA!! el director de la iglesia más poderosa de Chile, que era casi un santo y tenía el pequeño detalle de que le encantaba abusar de niños.
Esta historia ya está enraizada en la cultura de nuestro país. Todos sabemos que los Legionarios de cristo siguen las enseñanzas de Marcial Maciel que ¡también era pedófilo! además de ser adicto a la Morfina y que una parte importante del empresariado de Chile se golpea el pecho al son de las prédicas de estos sujetos que son espeluznantes. Y me parece maravilloso que se haga una serie en donde se aborde el tema, en donde se rescate también este lado oscuro de nuestra memoria política y social pero me sigue inquietando sobremanera el hecho de que el personaje basado en Karadima, cuyo apellido ficticio también comienza con K, no se llama así.
Quizás sea parte de nuestra idiosincracia. Quizás el eufemismo lo tenemos tan arraigado en nuestra mentalidad que efectivamente existe una incapacidad de verbalizar lo que queremos decir realmente o tal vez sigue existiendo una sombra que nos oprime. Quién sabe.
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