Siempre tuve mis dudas referente a mi propio sistema educativo. Creo que puedo decir que tuve el privilegio de educarme en 2 de los mejores colegios de la comuna de Providencia: En la básica, cursé de 5° a 8° en el colegio "El Vergel" que, sin duda, en términos curriculares es un buen colegio, en donde me enseñaron modales ¿EN SERIO??, me enseñaron a coser (AAAjaJaJaJaJAJAJAJAj) a bordar, a tejer, algo de electricidad, plus, todo lo que debe enseñar un colegio en cuanto a las materias que exige el ministerio de educación, pero LO PASÉ TAN MAL!!!
El nivel de competitividad al que estábamos sometidas era asqueroso, era imposible establecer amistades honestas entre compañeras, porque no era bueno ser amiga de las porras porque eran mala influencia y las mejores competían contigo!! fue la primera vez en la vida en que me dijeron que era una perfecta inútil y que iba a ser muy mediocre por el resto de futuro que me quedaba.
Tenía una profe de matemáticas que no gritaba, sino que ladraba y nos pegaba en las manos cuando no hacíamos las tareas y ella es la principal razón por la que detesto los números y lo que significan. En ese colegio aprendí el valor del éxito y del consumo, lo que era el SIMSE no porque fuera algo importante en nuestras vidas sino porque teníamos que defender el prestigio de nuestro colegio y nos preparaban para el examen como para una batalla. Y luego, la competencia por los colegios de la media, que se suponía nos iban a garantizar el ingreso a la universidad, que era según ellas, la única posibilidad que teníamos en la vida de ser alguien, no importaba un pico lo que vos querías para tu vida. Lo importante es que tengas un cartón, para que puedas producir y consumir para tener estatus y llegar a ser una líder.
Cuando llegamos a octavo, me acuerdo de que nos dijeron que podíamos optar sólo a 3 colegios como decisión trascendental en nuestras vidas: El Carmela Carvajal, que estaba reservado para las élites intelectuales del alumnado, El liceo 7 de niñas de Providencia, que era para las mediocres, pero con posibilidad de salvarse, y el Liceo Tajamar para las perdidas. Así de simple!
Yo decidí que quería entrar al Liceo 7 pues nunca me gustó la idea de pertenecer a un colegio que lo pintaban como si fuera casi marcial, sólo para las mejores, pues me dijeron (y yo soy muy obediente) que yo no era de lo mejorcito de mi generación. Y tampoco quería irme al Tajamar en realidad no sé por qué. El asunto es que entré, sobre todo considerando que en el Vergel yo no era de las mejores notas, pero rendí una buena prueba y ni siquiera quedé en la lista de espera. Pasé por la puerta ancha, sintiéndome todo lo cool de la vida. Crasso error!
En el Liceo 7 lo pasé PEOR!!!
El centro de alumnas era una mierda, nadie con conciencia de nada. Lo único que teníamos que hacer en la vida era esperar a que los pitufos del Lastarria nos pasaran a buscar y desarrollar a plenitud, nuestra sexualidad emergente. Eso significó más competencia, ya no sólo por lo académico, sino por lo bella, flaca, popular o interesante que pudieras llegar a ser.
En eso me fue bastante bien, era muy guapa de pendeja y los pendejos del Lastarria me adoraban. Pero era el odio de mis compañeras, no de curso, pero si de los otros. Llegaron incluso al extremo de colgarse de las ventanas del pabellón que estaba frente a mi sala a gritarme gueás y a poner mi teléfono en las micros como fono-sexo. Mis compañeras de curso fueron más bien indiferentes conmigo y tuve un pequeño grupo de amigas, no más de 3, de las que me alejé poco antes de fin de año. Nunca antes me había sentido tan sola y no recuerdo esa etapa de mi vida con nostalgia. No volvería al colegio ni aunque me pagaran 500 lukas mensuales por eso.
Y la cantaleta de la universidad era insoportable. Nos hacían charlas vocacionales para que supiéramos más o menos a qué carrera debíamos entrar, a qué área, y hacían ferias de universidades en el gimnasio. Los de la Chile y los de la Cato te preguntaban el promedio y si tenías menos de 6.5 se cagaban de risa en tu cara, era bien humillante en verdad, y los de las privadas hacían lo que podían para defender sus mallas cuando llegabas a compararlas con las de la Chile. Era un asco. Y también nos segmentaban según "habilidades".
Las secas se iban, en 3° medio a bachillerato, que te daban como caja en matemáticas, castellano, biología, física y química. Era como un colegio con preuniversitario incluido. Luego estaban los matemáticos, los biólogos y los humanistas, en donde le daba firme a los ramos que mencionan. Y obviamente los humanistas eramos las loosers del liceo. Las que iban pa profes, las que tenían más ramos de filosofía, las que querían ser artistas o estudiar psicología.
El liceo tenía en cursos, las letras de la A a la G. Si tomamos en cuenta que los A y B eran los bachilleratos y yo estaba en el F, se pueden dar cuenta más o menos de la calaña que era en el estrato estudiantil de la época.
Era tanto el extremo de esta estratificación, que cuando volví al liceo, luego de haber entrado a la U, me encontré con la profe de matemáticas y cuando le dije que entré a la USACH, me dijo con cara de asombro: ¿Y quedaste??????????? JojOjOJoJoJOJoJoJoJOO
No sé cómo estarán las cosas ahora. me imagino que bien distintas, luego de que la vieja culiá facha de directora que había en mi época se fuera. Me parece bello ver que el 7 está en todas las tomas, en todas las marchas, aunque me da la impresión de que siguen siendo bien mamonas en comparación las chicas del Carmela. Al menos algo de eso pude ver cuando hice el taller de poesía en el 7, en el año 2010. Pero ahora parece que está más prendida la cosa y me alegra.
A lo que quiero llegar es que este proceso educativo, muy personal, que les cuento (no sé qué visión tendrán de sus propios procesos las que fueron mis compañeras) era muy chistoso, porque a parte de esta competencia terrible, esta estratificación, esta segmentación de personas en formación, te queda tatuada a fuego y mientras te someten un régimen así de duro, te están hablando de conceptos como la dignidad, el compañerismo, la generosidad, el respeto, y un sin fin de gueás que les gusta decir a los profes de forma tan vana, como si fuera una fecha más en la historia universal u otra efeméride. Sobre todo la palabra "respeto" tan ajena a nosotras, entre nosotras, como la palabra desoxirribonucleico.
En el colegio y en el liceo, siempre me sentí como otro de los valores estadísticos que permitían decir a los establecimientos "mira que tan bueno es lo que hago" pero jamás se interiorizaron realmente en la formación de individuos, sino que pusieron mucho hincapié en la preparación para rendir pruebas y nos enseñaron que toda nuestra vida estaba condicionada por dos presentaciones (SIMSE Y PAA) como si nuestros conocimientos fueran nada más que un gimnasta y las pruebas, las olimpiadas, con una sola posibilidad en la vida para ser rendidas. Nada más alejado de la realidad.
Incluso recuerdo que era tanto el estrés, que tenía compañeras decididas a suicidarse si no quedaban en la universidad. Yo también lo pensé un par de veces.
Yo quería ser escritora. Y no existe carrera para eso. Tenía compañeras que querían ser malabaristas, bailarinas, deportistas, pero vengo de una generación en la que te decían: "mijita, métase su idea de futuro por todo lo que se llama culo y estudie, NO INVENTE GUEÁS! que en la vida hay que tener plata para que lo inviten a uno y eso significa hacer el resto de tu vida, lo que te dice el sistema, ya sea educativo o social, que es lo correcto. Tus sueños no le importan a nadie, porque lo importante es PRODUCIR Y CONSUMIR. Nada más.
Y bueno, hace poco vino un amigo a casa y me dijo "ve este video"
y ahora se los dejo a ustedes para que le den un ojo.
A mi me explicó varias cosas. Al menos sé que soy un fracaso para la educación chilena y si bien, la sociedad me cierra puertas a cada rato, igual me siento orgullosa, porque al menos soy auténtica, como dice la Agrado en Todo Sobre mi Madre de Almodóbar: porque una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de si misma
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