Se llamaba Pancho Cansado... al menos ése era su "nombre artístico" y era hijo de Don Florindo (uno de los también míticos personajes de la Villa). Todos lo veíamos pasar por alguna vereda con su carretilla llena de mangueras , en realidad nunca nadie le cuestionó nada, ni le sacaron nunca la chucha por ladrón, porque en su momento fue un funcionario de X lugar, al igual que todos los que viven en el vecindario. Todos le conocían y sabían su historia. según mal no recuerdo, se cayó al frasco por una mujer. Por eso, todos en el vecindario teníamos la costumbre de, una vez finalizada la tarea de regar los jardines, quitar la manguera del caño, enrrollarla en el brazo, tomándola con la mano y pasándola por el codo y luego colgarla en algún lugar del patio para que el perro no la rompiera... casi todos tníamos perros en las casas y bueh! Era parte de la rutina, de un rutina que olvidé hace ya tantos años que, si en realidad saco la cuenta, no son demasiados tampoco. El tema es la rutina y la visión de mundo que se tiene a través de la misma.
En cierta forma me agrada pensar que esa rutina pasó de largo por mi vida, la había olvidado por completo, sin embargo ahora tengo otra: La de escribir sobre ciertas cosas como ésta.
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